El derecho a decidir entre jubilar o seguir trabajando
19 de Mayo de 2025
Por Macarena Rojas, Directora Ejecutiva CEVE UC y Carlos Román, Director Ejecutivo SeniorLab UC.
La reciente Ley 21.724 junto a una serie de cartas al director, reflexiones de distinta índole, y la potente carta abierta firmada por casi 160 líderes mayores de reconocida trayectoria, ha reactivado un debate urgente sobre el valor del trabajo en la vejez ¿puede una sociedad que envejece seguir imponiendo barreras arbitrarias al trabajo de las personas mayores? En el centro de esta conversación aparece una tensión que debemos abordar con claridad, el derecho a jubilar y a seguir trabajando sin ser discriminados por la edad.
Este debate tiene múltiples aristas y complejidades. Desde el Centro de Estudios de Vejez y Envejecimiento, creemos necesario poner en primer plano dos aspectos fundamentales: por un lado, reivindicamos el derecho a jubilar. Este es un logro de las sociedades modernas, y debiéramos avanzar como país hacia un sistema de seguridad social robusto que garantice este derecho. También es clave promover, tanto de forma colectiva como individual, la necesidad de prepararse y planificarse para esta etapa de la vida.
Jubilarse debería ser una opción realista y digna, con un propósito que motive, con oportunidades reales de participación e inclusión social, y sobre todo en el momento en que la persona así lo decida.
Sin embargo, con la misma convicción defendemos el derecho a trabajar y, especialmente, a no ser discriminados por edad cuando deseamos seguir desarrollándonos en este ámbito.
Diversos estudios sobre la jubilación coinciden en que lo más complejo y dañino para las personas mayores no es el retiro en si, sino, no poder decidir cuándo ni cómo jubilar. Ya sea por razones de salud, por la imposibilidad de encontrar empleo o por ser “expulsados” de su lugar de trabajo, esta falta de autonomía puede generar efectos profundos en la salud física y emocional, además de aumentar el riesgo de aislamiento social y deterioro cognitivo.
Hoy en nuestro país conviven realidades profundamente diversas. Hay personas que quisieran dejar de trabajar pero no pueden hacerlo por obligaciones económicas. También están quienes superan los 50 años y ya son considerados “seniors” por el mercado laboral, un grupo que, según diversos estudios, se capacita menos, tarda más en encontrar empleo y enfrenta prejuicios arraigados por parte de reclutadores y empresas poco proclives a contratarlos.
Al mismo tiempo, vemos personas mayores de 60, 70, 80 e incluso 90 años que siguen activas, disfrutan y aportan con su trabajo. Algunas compañías comienzan a desafiar la mirada tradicional sobre la edad y se han comprometido con avanzar hacia una gestión más inclusiva, como ocurre con la Red UC Empresas con Experiencia, que promovemos desde nuestro Centro. Sin embargo, muchas otras aún permanecen completamente ajenas a esta transformación.
Los desafíos y oportunidades son múltiples. Hay muchos factores en juego, pero la gran tarea que tenemos como sociedad es no ignorar, sino valorar y aprovechar el talento senior. Necesitamos comprender las complejidades del mundo del trabajo y fomentar la convivencia intergeneracional, reconociendo que esto no excluye a las generaciones más jóvenes, sino que las enriquece. Urge dejar de ver la edad como un signo de caducidad, debemos comenzar a enfocarnos por sobre todo, en las capacidades.
Debemos avanzar hacia la no discriminación por edad y promover la inclusión laboral en todos los niveles, asegurando puestos y funciones que favorezcan la calidad de vida en la vejez y no la deterioren. Y, por sobre todo, garantizar que quienes quieran seguir aportando lo puedan hacer libremente. Este grupo representa más del 20% de la población y solo seguirá creciendo.
Como sociedad, necesitamos abrir un debate profundo sobre los prejuicios que mantenemos en torno a la edad. Es momento de dejar atrás estereotipos sin fundamento que solo promueven el edadismo. Les invitamos a cambiar la mirada y a construir un presente y un futuro donde la experiencia no se descarte, sino que se celebre.